31 de diciembre de 2014

Bridget Jones LTA


Esta es mi revolución,
llenar de amor mi sangre.

Empecemos por una verdad irrefutable: Bridget Jones no existís. Tu vida amorosa tiene un final feliz. En el medio pasás algunas vergüenzas, te enamorás un poco del equivocado, evidenciás tu caudal de amor acumulado como agua de estanque, y pasado el tiempo suficiente de la dulce mentira, descubrís que te engaña, o que ya estaba con otra, o que, o que… pero, Bridget, llevás tu “sobrepeso” mejor que mi flácida delgadez, podés emborracharte y cantar desahogando los fracasos de tres décadas consecutivas porque tenés trabajo; cambiás de trabajo como de bombacha y tenés amigos rescatadores en momento, cuando menos, polémicos.
Bridget, no te dejaron plantada, él, el destino, la señal de celular. Y ahí, querida y reivindicada Bridget Jones,  me hermano con Male Pichot en Cualca y su consagrada frase “como le rallaría el auto”, limpiándose lágrimas negras de rímel al pedo. Pobrecita.

Bridget te podemos pasar el trapo una y mil veces, porque aparte no es lo mismo un fracaso amoroso en Londres, donde salís a caminar toda abrigadita de suaves gorros de lana y bufandas coloridas, por las calles nevadas, con un río de fondo, donde es obvio que en esa caminata te vas a chocar con él, el verdadero, a un fracaso amoroso en La Matanza, en el Conurbano, donde me levanto al otro día, tarde, y mientras preparo el mate se corta la luz, porque somos del Tercer Mundo, Bridget, tenemos problemas energéticos, problemas de laburo, problemas sociales, cosas que en Londres no-su-ce-den. Un linyera en Londres es pintón, con su botella envuelta en papel madera. Glamour. Los linyeras posta los tenemos nosotros, sabés.

No hay punto de comparación. Estás triste en Londres, no sabés que hacer, de repente se te ilumina la cabeza y decís en voz alta: “Me voy a París”. ¡Lo tenés ahí nomás, hija de puta! Te tomás el tren y te vas a hacer selfies tristes en el Sena, te hacés un paseíto bajón a la Torre Eiffel, te metés en el café más cálido del mundo… Disculpame, Bridget, pero un fracaso amoroso en Europa es moco de pavo -no desgranes esa frase, es un argentinismo que no comprendemos en su sentido literal, pero es como decir, es una pavada, es para cualquiera-. Yo no sé si irme a caminar por este romántico paisaje de gomerías y talleres mecánicos, si tomarme el 406 e ir a la romántica calle Arieta repleta de hermanos conurbanos haciendo las estresantes compras de fin de año, o si tomarme el tren –cuando digo “tren” imaginate algo muy muy distinto a sus trenes- a Parque Patricios a ver “que onda”.

Bridget estoy llegando a los 30 y jamás pensé que te iba a superar. Aparte, ¡tenés una segunda parte! Donde viajás por trabajo a un lugar paradisíaco y tu ex y tu actual se pelean por vos… o sea… creo que a lo largo de este fino relato voy pensando que ya no merecés el mote de Bridget Jones en su sentido vivencial. En esa segunda parte caés presa, pero salís… es hora que nos dejes a nosotras ese diario rojizo. Acumulamos en cuadernos viejos los desplantes, los abandonos, los “quiero que terminemos”, y somos testigos de sus vidas rehechas, porque encima tu posmodernidad y tu ser “progre” galopante te hacen conservarlos en las redes sociales y ves cuando nacen sus hijos, te emocionás con los comentarios, quizás en algún momento pensás que ese hijo debería ser tuyo, pero vos tenés el propio (ahh viste Bridget, estás totalmente fuera de juego), fruto de una relación que no funcionó, engordando los cuadernos de fracasos amorosos conurbanos…

Europa tiene muchas deudas históricas con América Latina. Tu diario, Bridget Jones, es una de ellas. Porque sabemos que los finales felices te los quedaste todos vos y tus colegas hoollywodenses; a nosotras nos dejaron resignaciones, “nos quedamos por los chicos”, “son muchos años y no puedo patear el tablero”, que la estabilidad mental, económica, la casa y el Puerto de Frutos. Y las que vivimos pateando el tablero, o nos patean el tablero… Sea como sea no tenemos finales felices.

Claro que hay excepciones. Son esos puntos blancos en cartulinas negras, esa gente estable, feliz, casada, que viaja, que va y viene, que encima lo publica en 200 fotos que por algún extraño motivo vos te quedás mirando... Esa gente debería vivir en Londres, o pasarnos la puta receta o el número del psicólogo o algo…

Mientras tanto, volcamos tres décadas de fracasos amorosos en mates lavados, sin luz y sin señal –la misma que te cagó la cita-; planificamos la reparación histórica del Diario de Bridget Jones, la redistribución de finales felices y ya no cometeremos los mismos errores, siempre tendremos nuevos. Somos Bridget’s evolucionadas buscando un poco de equidad en nuestros guiones. Porque sí, encima todavía tenemos esperanzas…


Bridget’s del mundo, UNÍOS!


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